en algún lugar tenía algo para decir pero se me quedó ahí atrás. siempre pasa lo mismo, llega esta hora y me doy cuenta que no escribí nada. y cómo es tarde no escribo y me voy a dormir.
cuando dejo la lapicera mi mano pareciese resurgir de algún lado, de algún otro lado, no es esa máquina que le da forma a la tinta, algo invisible que se vuelve visible pero sólo para mí porque nadie puede darse cuenta de lo que ocurre. es como si volviese. la palma se vuelve de un rojo furioso y los dedos empiezan a latir, desde la base de los nudillos hasta la yema, en bombeo rítmico; idéntico en todos los dedos. luego la mano completa se contagia del latido. en el dorso las venas son más notorias y más azules. la mano está llena de vida y hace segundos no me daba cuenta. eso debe ser la señal de algo. tiene que serlo, la mano me late igual que mi corazón que todavía lo hace. y lo seguirá